El Papero, ya ascendido al Federal B, debió definir una final a 1525 km de su casa plagada de irregularidades en el desarrollo del partido.
Por Nicolás Galante, enviado a Comodoro en 2016 y actual director de EDM
Pocos eventos deportivos me han quedado grabados en la cabeza como aquel 15 de mayo de 2016. En algo más de 10 años de coberturas periodísticas, el partido de vuelta por la final del Torneo Federal C fue el viaje más largo que me tocó recorrer con un equipo local.
Círculo Deportivo, bajo la dirección técnica de Damián García, venía de conquistar categóricamente los dos campeonatos del 2015 de la Liga Marplatense después de 10 años. El 2016 arrancó con el primer clásico contra Juventud Unida en 68 años, luego con aquellos incidentes en el Aníbal Fernández y pasos previos por Valeria del Mar (ante Defensores), Olavarría (Estudiantes) y Balcarce (Racing).
Horas previas al partido con Racing de Bavio un colega de Las Flores me comentó que el próximo Federal B ya estaba armado, y que hasta los que habían perdido en cuartos de final del torneo en curso iban a ascender como invitados. La ida al sur de La Plata fue la primera caída papera en el Federal (0-1), pero una semana después lo dio vuelta 3-0 en Otamendi.
Fuera de cualquier suspicacia que se pudiera generar, miembros de ese equipo habían dicho la noche previa mientras cenaban en el club Defensores de Miramar el famoso «hasta acá llegamos», ya que más allá de que debían ratificar el resultado para seguir sería muy costoso para ellos poder afrontar un viaje a Santa Rosa o Comodoro. Los jugadores y dirigentes rojiverdes analizaron esa misma faz económica mientras escuchaban los penales de Jorge Newbery – All Boys consumado su pase a la final.
El viaje
El 8 de mayo, el Paisa Hidalgo anotó el único gol del partido de ida para viajar con ventaja al sur. Unos días después, el viernes 13 pasado el mediodía, la delegación de Círculo a la que se le sumó un pequeño grupo de periodistas comenzó el viaje de 1525 kilómetros por vía terrestre a Comodoro Rivadavia.
Lo primero que observamos al arribar fueron los diarios. Tanto Crónica como El Patagónico hablaban de dos cosas: una importante pelea entre gremios petroleros la tarde previa y un curioso título sobre la final, «Newbery pretende que todo salga bien». No hacían referencia a la primera final de la historia de un equipo comodorense (ya que su liga no se jugaba con playoffs), sino al operativo de seguridad. Raro.
Esa tarde recorrimos la ciudad y hasta acompañamos al plantel a la cancha de Huracán, donde hizo su último entrenamiento. Conversando con una alta autoridad de esa institución, clásico rival de Newbery, nos comentó que el club estaba «recuperado» de la barrabrava después de años de anarquía. Que llegaba el domingo y los «hinchas» no pagaban entradas y hasta hacían los asados contra el alambrado. Que la única forma de combatirlos era «arma contra arma», ya que cuando amenazaban a la dirigencia le tenían que responder con un contraataque para disuadirlos.
También esa noche algunos de los jugadores de las inferiores recibieron «recomendaciones» por parte de comerciantes locales: «Tapate el escudo y no andés con nada rojo, que los pueden confundir con hinchas de Huracán».
El domingo
La intención original del equipo de Canal Más de Otamendi era la de salir en vivo y en directo por Internet para todos aquellos que no pudieron viajar. Ni la cooperativa telefónica de Comodoro ni el club pudieron dar una solución, y las redes de 4G eran incipientes en esa parte de Chubut.
Pero antes de descartar esa chance, el equipo técnico fue hasta La Madriguera para hacer las pruebas. Mientras recorríamos las instalaciones, un simpatizante comenzó a charlar con nosotros. Dijo que la cancha de Círculo no debería estar habilitada, se sorprendió ante el anticipo de la llegada de visitantes ya que «nunca vienen», contó una proeza en un torneo provincial donde llenaron de gasoil un alambrado para arruinar las banderas del equipo contrario y nos despidió con una frase que nos quedó retumbando un buen rato. «Si pierde el Lobo nos quedamos con sus equipos y ponemos un Canal Jorge Newbery«, tiró ante nuestra sonrisa incómoda.
La llegada
Luego del almuerzo se sumó casi un centenar de paperos que habían viajado y todos juntos llegamos en caravana a la cancha de Newbery, bajo escolta policial tal como se había organizado en el operativo. El primer recibimiento fue del propio cuerpo técnico con insultos a Hidalgo, al recordarle el análisis del partido de ida que hizo para el programa Interior Futbolero, que no escapó de la realidad de lo que pasaba una semana antes.
Nos acomodaron para transmitir en el techo del buffet sobre un córner, nada que no hayamos hecho en Miramar ni en cualquier otro destino. Lo que no estaba previsto -además del frío y la llovizna- era que algunos hinchas locales nos iban a acompañar en esa ubicación, que miraban de reojo ante cualquier alabo a los nuestros o reproche a los suyos. Es más, uno me quitó el micrófono en los penales para festejar.
Así como La Madriguera explotaba y se sentía cómo llegaban facciones desde cuatro puntos distintos, la policía de Chubut que minutos antes parecía un equipo del SWAT desapareció de golpe.
El partido
Durante el saludo olímpico al menos una decena de hinchas locales estaba dentro del campo de juego, y algunos hasta se acercaron al árbitro. «Tenés el partido arreglado, juez», le dijeron al bahiense Gustavo Altuna, mientras que a Enzo Astíz Rojas lo escupieron y le gritaron «Acuérdense, hoy ustedes jugadores no se van, p… de m…, de Comodoro no se van». Iban 10 minutos del primer tiempo y todavía se seguían trepando al alambrado para colgar banderas mientras que ni Altuna ni la policía actuaban. En el entretiempo, hinchas se paseaban como si nada por la zona de vestuarios. La banda de sonido ya marcaba el terreno: «Vinieron a La Loma, no sé cómo se van».
García había parado a Sergio del Curto; Marcelo Vértiz, Víctor Gorrasi, Alejandro Portillo y Tomás Frola; Enzo Vértiz, Diego Hidalgo, Martín Prado (Marcelo Alejandroff) y Daniel Beguiristain; Enzo Astíz Rojas (Federico Gabarain) y Matías Atlante (Matías Leguizamón).
A los 29′ de la primera parte, Marcelo Vértiz se iba expulsado por segunda amarilla. Y su hermano Enzo, una hora después y para marcar el empate parcial que le daba la consagración, anotó el gol que más sensaciones mezcló en la vida de muchos. La memorable corrida concluyó con el silencio atroz de La Banda Aeronauta y un festejo de Turbo cuya cara también lo decía todo: ¿y ahora?.
Pero antes al Papero también le habían echado a Damián García -que dio las indicaciones desde atrás de un alambrado-, y de un córner que no fue llegó una jugada para penal que convirtió Cárcamo. Después de la igualdad transitoria, el mismo protagonista la picó sobre un Del Curto preocupado por lo que escuchaba a sus espaldas pero no podía ver.
Es que a la hinchada visitante le señalaron la salida después del empate transitorio. Volaban piedras y cualquier objeto contundente que estuviera a mano, incluso una botella de gaseosa que le sacaron a este relator. Muchos de los otamendinos increíblemente escucharon los penales por radio camino al aeropuerto. Penales que terminaron favoreciendo al local por 4 a 3, después de que le atajen el penal a Beguiristain y Del Curto la estrelle contra el travesaño.
Después de la invasión de cancha incluso previo al último remate, en tiempo récord pudimos salir de la cancha y subir al colectivo. Después, el «¿qué hubiera pasado si ganábamos?» de los jugadores, una charla final de Damián García felicitando por el enorme nivel del grupo con tres finales de las cuales se ganaron dos, y el inolvidable arribo a Otamendi entre abrazos, agradecimiento y lágrimas.
Las repercusiones
Si no hubiéramos viajado, esto no hubiera trascendido. Las cámaras de Pita y Daniel Errobidart para Canal Más y de Mauricio Linares para ADN Futbolero dejaron un increíble archivo fílmico de la jornada. Pese a que el primero de ellos fue sacado de la cancha antes de iniciar el partido, pudo capturar las amenazas al inicio e, increíblemente, hasta la presencia de Pitu Barrientos fuera del predio mientras se jugaba el cotejo, como prueba de las amenazas a la parcialidad papera.
Todo eso recién se pudo subir el lunes por la noche, ante la imposibilidad de conseguir señal de celular en gran parte del recorrido. Por eso las primeras crónicas no hablaban de este episodio, presumiblemente porque los informes habían sido aportados por medios locales.
Desde la página de Canal Más se subió el primer video, enseñando la invasión de cancha. Ello llevó a una comunicación telefónica de Jorge Jaskilioff (La Voz del Estadio, aún en Radio Brisas) con el árbitro Altuna, quien respondió que «estaba acostumbrado» a situaciones así, que solo «se acercó un chiquito de 12 años que se acercó diciendo ‘vamos a tirar cohetes, vos no nos vas a poder apagar los cohetes'» (mientras había 12 hinchas) y que acomodó las posiciones de la Policía. «Fue todo sobre los carriles normales, no vimos ninguna otra cuestión o polémica cómo se fue transcurriendo el partido», añadió.
Inéditamente, al día siguiente en diálogo con La Brújula 24 de Bahía Blanca, dio a entender que el «apriete» que le negó al Ruso efectivamente existió. «La explicación del dirigente era que eran 8 chicos del club que ponían las latas de humo cuando entraba el equipo y cuando llegamos nos dimos cuenta que no eran ningunos nenes del club y mucho menos los íbamos a dejar dentro del campo de juego», declaró Altuna, que agregó que había «60 policías para 12 mil personas».
Las imágenes de Canal Más no solo se difundieron en todo el país ese martes, sino que hasta llegaron a La Gazzetta dello Sport de Italia tras la mención de Pablo Pitu Barrientos en los sucesos, por haber jugado en el Catania. Incluso desde medios locales hablaban que posiblemente denunciaran «al club y al periodista de Otamendi» por las publicaciones, cosa que nunca ocurrió. Cabe aclarar que el jugador que triunfó en San Lorenzo fue detenido hace pocos días por violar la cuarentena con gente de Newbery.
Círculo siguió escribiendo su historia, sin olvidar este suceso pero enfocado en el futuro. Tras la participación en el Federal B de ese año, García dejó la dirección técnica y llegó Alexis Matteo, quien logró otro campeonato local y hace un año encontró el ascenso al Federal A al vencer a Boxing Club de Río Gallegos.
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