La falla se produjo en el suministro de TransBa, que alimenta a EDEA en Miramar y a las cooperativas de Mechongué y Mar del Sud. En algunos puntos de la ciudad la reconexión demoró dos horas.
Un importante corte de energía eléctrica sorprendió a más de 100 mil personas en el área de influencia de Miramar, Mechongué, Mar del Sud y barrios al sur de General Pueyrredón en la noche de este sábado, cuya duración en algunos sectores fue de unas dos horas.
Alrededor de las 22:19 de una de las noches con mayor ocupación turística para la cabecera del distrito, ningún sector de la ciudad quedó exento del apagón que también derivó en consecuencias para las comunicaciones vía celular e incluso de algunos servicios de emergencia, hasta que lograron apelar a otro tipo de conexiones eléctricas.
Según confirmaron al rato voceros de EDEA (Empresa Distribuidora de Energía Atlántica) ante la consulta de EDM, se trató de «un transformador de TransBa que salió de servicio». La mencionada firma es la concesionaria del servicio de transporte de energía eléctrica por distribución troncal en la Provincia, y abastece de forma mayorista a las cuatro compañías del distrito, aunque en este caso la Cooperativa Dionisia (Otamendi) no resultó afectada por la ruta de conexión. De todas maneras no trascendió ubicación ni daños ocasionados.
En primera instancia, en Mechongué y Mar del Sud lograron alimentarse de la red que llega vía Balcarce, que habían elegido dejar de usar meses atrás por la inestabilidad a la espera de obras de repotenciación. Luego se alimentaron barrios de la periferia y de General Pueyrredón. Y alrededor de las 0:35 el servicio retornó al resto de la ciudad.
Entre las complicaciones derivadas de dos horas sin energía eléctrica se contó la falta de suministro de agua corriente ante la imposibilidad de encender las bombas propulsoras. Y se vivió un verdadero caos en edificios y en la Peatonal 9 de Julio, donde las luces de emergencia escasearon y quienes la recorrían o aprovechaban el horario de la cena sufrieron problemas para lograr su cometido.
E incluso dejó tiempo para lo sorprendente. Mientras muchos disfrutaban de un cielo estrellado sin la contaminación producida por la luz, se distinguió claramente el paso «en fila» de los satélites StarLink, propiedad del multimillonario Elon Musk.