Con celebración criolla en El Relincho, el Pago Lindo festejó un nuevo aniversario de su fundación en la mañana del domingo.
El Pago Lindo cumplió 108 años y los actos se desarrollaron en el Centro Tradicionalista El Relincho, donde el acto protocolar comenzó sobre las 11:15. Allí, el intendente Germán Di Cesare, la delegada Oriana Fattore, funcionarios y representantes de instituciones de la ciudad compartieron el inicio de la jornada.
En representación de la municipalidad, tomó la palabra el concejal Hernán López quien recordó de manera entrañable el esfuerzo y la superación permanente de la localidad ante las vicisitudes, y el orgullo de pertenecer a esa tierra.
También dos mechonguenses dijeron lo suyo: primero fue el joven Gerónimo Elguero Suarez, del CEPT N° 20, quien habló sobre la historia de la ciudad, y Nereo Di Marco, que recitó una poesía sobre la gente de su pueblo. Después del acto se continuó con almuerzo, carrera de sortija y pialada de terneros en el predio hasta entrada la noche.
La historia
Martín de Álzaga, propietario de establecimientos agropecuarios, luchó incansablemente para lograr la llegada del ferrocarril a esas tierras. Ocurrió finalmente el 12 de mayo de 1911, 17 días antes que la estación Dionisia (Otamendi) y el mismo año que llegó el tren a Miramar (el 24 de febrero). El nombre Mechongué fue en honor a una hija del propio Álzaga, cuyo nombre original era Mercedes y no lo podían denominar así por ya existir la estación Mercedes.
La creación del pueblo estuvo rodeada de circunstancias poco comunes, entre las que se destacan la sucesiva presentación de cinco diferentes trazados, hasta la aprobación definitiva de los planos. Muy lejos de esperar las decisiones que se tomaban en las distantes oficinas de Geodesia en La Plata, los pobladores que se iban acercando se establecían, aún sin el trazado definitivo de las calles. Por eso años más tarde hubo casas que tenían su puerta hacia el centro de la manzana y los edificios principales no están frente a la plaza como ocurre en casi todas las urbes. Recién en 1927 se llegó a la versión definitiva.
Hacia la década del ’60, Mechongué vivió el momento de mayor desarrollo con el cooperativismo que permitió la llegada del servicio de luz eléctrica, de agua potable y del teléfono. Así mismo, la Obra Madre Eufemia comenzó a funcionar con el primer jardín de infantes y el Instituto Juan XXIII, encargados durante años de la educación de los jóvenes de Mechongué y la zona.