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Policiales

Develaron que hubo sospechas sobre la madre de Gastón por el homicidio de su hijo

González, previo a ser trasladada a Batán

Lo que siempre fue un rumor en la ciudad terminó confirmado por fuentes judiciales: si bien no hubo elementos para imputarla, Verónica González figuró dentro de la lista de sospechosos por el crimen de 2011.

El caso Gastón Bustamante se había frenado sola por no encontrar más pistas que permitieran llegar al posible asesino. Lo único que encontraron distinto en la casa en noviembre de 2011 fue un televisor 14″ en la cocina, como preparado para ser llevado. Allí estaban las huellas dactilares de Julián Ramón, cuñado de la víctima, quien declaró que estaban porque movió el artefacto la noche previa para mirar un partido de Boca durante el cumpleaños de Gastón.

De ello se aferró la investigación encabezada por el fiscal Rodolfo Moure, quien tras allanar la vivienda de 25 y 38 apresó a Ramón el 7 de diciembre de ese año, entre gritos de ambas familias por la conmoción. Fue liberado el 16 de marzo del año siguiente y la relación familiar se terminó: Verónica, acompañada por Carlos, fueron contra él en todo momento. Por su parte, la hija mayor de la pareja y novia del acusado, se fue de la ciudad junto a Ramón.

Ambos crímenes -el de Gastón en 2011 y el de Carlos el pasado viernes- coinciden en que no hubo faltantes ni puertas o ventanas forzadas. Por ello en la primera investigación se supuso que aquel 21 de noviembre al niño de 12 años lo había matado alguien muy cercano a la familia.

El fiscal Rodolfo Moure tomó algunas medidas orientadas a la figura de González, en especial después de que la hija del matrimonio y hermana de la víctima, Rocío Bustamante, entregara a la investigación un misterioso teléfono celular. Ese aparato estaba oculto en el baño de la casa y se comprobó que era utilizado por González para enviarse a su teléfono autoamenazas. Las primeras aprehensiones e investigaciones a fines de noviembre fueron orientadas a los supuestos emisores de las amenazas, las cuales fueron desestimadas. Por ese extraño episodio, el fiscal Moure solicitó a González que se sometiera a una pericia psicológica, pero ella se negó.

En la mañana en la que Gastón fue asesinado, González aseguró haberse retirado a realizar unas compras. Dejó solo al niño (el padre estaba trabajando en la carpintería de su hermano y Rocío en la escuela) y al regresar lo descubrió ya sin vida, a un costado de la cama. Al poco tiempo surgió la prueba madre de la causa: las huellas del novio de Rocío, Julián Ramón, en el televisor que el asesino había movido.

Moure creyó que esa huella dactilar, en conjunción con más de 20 indicios, tenía fuerza suficiente para imputar y detener al joven. La Justicia de Garantías lo apoyó y le dictó la prisión preventiva. Sin embargo la Cámara de Apelaciones sobreseyó a Julián por falta de mérito. En Casación se ratificó el sobreseimiento y la Suprema Corte también, pero con dos jueces votando en minoría porque “debería resolverse en un juicio”. Ahora el expediente está en la Corte Suprema a la espera de resolución.

Con información del diario La Capital.

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